lunes, 14 de octubre de 2013


INDIGENÍSTICAMENTE INCORRECTO

Más allá de la visión eurocéntrica del descubrimiento, antes el 12 de octubre era llamado “el día de la raza”, y ese concepto por cierto es no solo hermoso por lo integrador y positivo, sino también acertado.

Efectivamente, de la unión del español trasplantado a América, y la mujer nativa, surgió una nueva tipología racial, que en sus infinitas variantes básicamente conforma las mayorías étnicas numéricamente predominantes en la mayoría de nuestra naciones íbero americanas.

Ese proceso de mestizaje poblacional (concepto sin pizca de peyorativo, y a la vez claramente descriptivo), tal como sucede con toda la historia de la humanidad, sigue su curso sin solución de continuidad, vivo como la vida misma.

Por supuesto antes se sumaron al mestizaje otras corrientes étnicas, como las del África Subsahariana y pequeñas cantidades de europeos no ibéricos; para luego integrarse con enormes cantidades de europeos, árabes, judíos de la diáspora, etc.; luego diversas corrientes asiáticas, además de las migraciones entre poblaciones de nuestras naciones.

Bienvenidas esas infinitas mezclas poblacionales, que nos integran y que conforman y enriquecen nuestra cultura, y que en tal sentido son uno de los mejores reaseguros contra siempre perniciosos procesos de segregación, racismo y otros patológicamente corrosivos esquemas de disolución social.

Una de las cosas que no dicen los ultraindigenistas, derivados en detractores de España y por añadidura del catolicismo, es que la colonización española no solo toleró bien el mestizaje con nativas americanas, sino que llegó a ser Política de Estado para favorecer la integración; e incluso un descendiente de inca, Dionisio Inca Yupanqui formó parte de las Cortes de Cádiz, en los complicados días de la destitución de Fernando VII.

También se soslaya que antes de los Borbones, los americanos eran considerados súbditos en pie de igualdad con los peninsulares; que en la América Colonial fueron creadas Universidades y otras instituciones; ni menos aún se dice que la evangelización cristiana logró terminar con prácticas aberrantes de las religiones americanas pre existentes, como los sacrificios humanos.

Ninguno de esos hechos marcadamente positivos, se dieron en otros procesos coloniales, como los de británicos y franceses en América del Norte –que directamente buscaron el exterminio de los nativos; o las políticas de extracción de riquezas sin ninguna consideración cultural o humana, de diversas potencias colonialistas en África y Asia.

Lamentablemente, muchos opinantes sesgados omiten esas necesarias comparaciones, y por cierto que detrás de esos sesgos anti hispanos y anti católicos, pueden advertirse ciertas improntas sutiles (o no tanto) en las que se unen como en otros procesos de colonización cultural, sectores ultra liberales anglófilos, con los respaldos “progresistas” de ciertas “izquierdas” funcionales, con sus pelotones de odiadores seriales y de “humanistas” descolgados de la realidad.

Como expresión más virulenta de esa instauración de odios insanables, en los últimos años se instaló una prédica dura y persistente, que resumida en el “indigenismo” en realidad está prefabricando profundas divisiones culturales, sociales y política, como pasos previos a nuestra disolución nacional. No por casualidad detrás de ese proceso de inoculación de rencores y divisiones, se advierte el accionar de “Fundaciones” y ONGs anglosajonas (de Gran Bretaña y EEUU), incluso existiendo la ONG Mapuche Nation…con sede en Bristol…¡claro que los enfervorizados “progres” parecen ignorarlo, ni demuestran que pueda importarles!

En contra de muy nefastos discursos y prédicas de ese peculiar racismo invertido, que es el ultra indigenismo, es interesante constatar que posiblemente resulte imposible realizar una separación tajante entre “originarios” y no originarios, habida cuenta de esas benditas mezclas de etnias, que ante estudios de ADN seguramente provocarían más de una sorpresa, por la difusión mucho mayor que la visible a simple vista, de genes originarios, africanos y otros, en nuestras poblaciones.

Por supuesto no se desconocen muchas acciones negativas perpetradas por las corrientes colonizadoras en Íbero América, antes de nuestras independencias; ni tampoco la altanería de las monarquías europeas, que intentaron reinstaurar el colonialismo en el siglo XIX. ¡Ni tampoco podemos dejar de lado el neocolonialismo económico, montado sobre los muy corruptos procesos de “privatizaciones” –verdaderos saqueos desenfrenados- del reciente noventismo exacerbadamente neoliberal; en todo lo cual la actual España “comunitaria” fue parte muy activa y vergonzosamente agresiva; actitud en la que persiste –con el peso de la Unión Europea-, al pretender castigarnos cortando de cuajo nuestras exportaciones de biocombustibles a la UE, como clara represalia neocolonialista por la soberana acción de recuperación de nuestra petrolera estatal YPF.

Pero aquellos errores e incluso tropelías de los colonizadores de los siglos XVII, XVIII y XIX; ni las soberbias actitudes neocoloniales de las actuales oligarquías españolas, no nos deben hacer olvidar que los tres grandes factores de unidad de nuestra Íbero América, son claras herencias que nos legó la vieja y hoy injustamente vilipendiada Madre Patria: idioma en común, religión en común, e historia en común. Todos ellos formidables vínculos de fortaleza geopolítica; los mismos que los ultra indigenistas y otros factores de disolución social, hábilmente manipulados como instrumentos anglosajones de las guerras blandas, pretenden destruir.

 

 

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

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