jueves, 12 de junio de 2014

INUNDACIONES Y ECOTERRORISMO
Los aprovechamientos hidroeléctricos, sean micros, chicos, medianos, grandes o gigantes, no “fabrican” agua, solo utilizan agua de ríos o arroyos, añadiéndoles altura (caída, lo que da energía cinética), para de ese modo multiplicar la fuerza de la respectiva corriente de agua, produciendo más energía eléctrica.
Existen presas cuyos grandes vasos (en relación con las masas de agua de las corrientes) pueden almacenar incluso muchos meses del caudal medio del río. Son presas de embalse, capaces de regular casi por completo los caudales aguas abajo; por ejemplo El Chocón, que puede almacenar 9 meses del caudal medio del río, y que por esa virtud, evitó desde su construcción, las periódicas grandes inundaciones que devastaban la Cuenca del Río Negro, en particular el riquísimo Alto Valle.
Otras presas son “de pasada”, pues sus capacidades de retención del caudal son mínimas, y tan solo pueden moderar en parte los picos de las crecientes. De estas características son las muchas presas brasileñas en la alta cuenca del Paraná y sus afluentes, en cierta forma es así la binacional Itaipú, y claramente es “de pasada” la binacional Yacyretá.
Prácticamente es el mismo caso en los ríos Iguazú y Uruguay, donde en sus altas cuencas, las muchas presas brasileñas son básicamente “de pasada”.
Dicho en castizo simple, agua que llega es agua que pasa.
Salvo que hubiese muy mala fe brasileña, operando mal adrede todas sus presas y provocando una crecida artificial –que igual no sería de la magnitud de las recurrentes crecidas naturales- (descartada totalmente esa mala fe, en base a las excelentes relaciones bilaterales, y a los controles mutuos de instrumentos de mediciones, con lecturas instantáneas vía satélite), es de lógica elemental que los aprovechamientos hidroeléctricos no provocan las inundaciones, pudiendo si atemperarlas parcialmente.
Las grandes inundaciones son más antiguas que la propia humanidad. Lo que si cambió mucho es todo el territorio, pues antes era selvático, y hoy la antes enorme selva paranaense, desapareció de Brasil y Paraguay, quedando algunos remanentes importantes en Misiones, Argentina.
Al no existir cobertura selvática, las grandes lluvias provocan escorrentías abruptas y de enormes magnitudes, potenciando los efectos de las grandes lluvias, las cuales son recurrentes en toda nuestra gran región subtropical. Ese fenómeno potencia las crecientes, que por cierto son recurrentes y endémicas en la gran Cuenca Del Plata.
Pero de ahí a echarla la culpa a las hidroeléctricas, hay que ser muy mal informado, muy poco analista serio y bien documentado, o de muy mala fe.
Los verdaderos motivos de las cataratas de mentiras de los ecoterroristas y de sus compañeros de ruta; y los reales intereses inconfesables que los fogonean, serán expuestos (nuevamente, pues ya lo hice en artículos y libros precedentes), en otro artículo.

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Especialista en Energía

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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