sábado, 20 de septiembre de 2014

¡UNA ASTARSA! Astarsa –Astilleros Argentinos Río De La Plata S.A.-, era gran industria pesada de producción diversificada, pues además de barcos, produjo locomotoras, vagones, maquinarias viales y otros productos de gran porte y considerable tecnología. Fue una de las tantas cerradas en los años ’90. Pero veamos algunas novedades, partiendo de alguna anécdota pintoresca. Un país tan grande como Argentina (aún pese a las enormidades que perdimos en litigios diplomáticos y a las tres grandes provincias del antecesor virreinato, que Rivadavia y sus acólitos de dedicaron con tanto ahínco a exp ulsar), los casi 2.800.000 km2 de superficie continental que no fueron desguazados han sido la base para el surgimiento de diversas costumbres provinciales y regionale s, una de las cuales motivó este análisis. De hecho, provincias y regiones son conceptos por cierto distintos, que los liberales se esfuerzan en mezclar, siempre aportando a las confusiones. Por caso, desde los fatídicos años ’90, era moneda corriente que se refirieran peyorativamente a “las economías regionales”, eufemísticamente utilizado el concepto como sustituto de “economías provinciales”, a las que adosaban el mote lapidario de “inviables”; siendo que lo que transformaron en inviable esos brujos de la falsa economía, era todo el país, destruido y enanizado por las irracionales medidas de sucesivos ajustes, achicamientos y endeudamientos crecientes. Y no es ocioso ni excesivo recordar ese caótico cuadro de situación, pues en ese marco nos habían destruido irracional pero sistemáticamente, en un proceso de “tierra arrasada” que nos llevaba directo a la balcanización, a la implosión en media docena de republiquetas dóciles, de economías primarizadas (sin industrias y tecnológicamente atrasadas), en un esquema muy similar al Plan Morgenthau, en su momento vengativamente pensado para mantener en la miseria a la Alemania de posguerra, genocida proyecto que fue cancelado por las urgencias de la Guerra Fría. Esa balcanización cruentamente programada por los Centros del Poder Financiero Mundial (muy posiblemente a perpetrarse en 2001/2002, previa guerra civil o estado de caótica y violenta anarquía social), era compatible con los planes de canje deudas por territorios (viles proyectos atentatorios contra la soberanía y la dignidad de Argentina, expuestos como “necesarios” por los mercenarios de la economía y la comunicación, en ese tiempo); así como con la iniciativa de imponernos un “virrey administrador” pregonada por el economista norteamericano Rudiger Dornbusch; pero los muchos indicios y expresiones recogidas “off the record” (fuera de la grabación, o sea sin identificar públicamente a los opinantes), permiten inferir que lo que se buscaba, era “una solución al estilo yugoeslavo”, o sea una brutal guerra civil como motivación para una balcanización con profundos resabios de incurables odios, incluso raciales. Y para inculcar odios raciales, siguen operando inoculando absurdos odios y resentimientos separatistas y racistas, las varias ONGs ultra indigenistas, l as cuales no por casualidad son fogoneadas por las potencias centrales, y en particular por Gran Bretaña, siguiendo su vieja táctica de “dividir para reinar”. Pero a Dios gracias, y un poco (o mucho) por milagro, superamos esa brutal crisis terminal, que fue provocada y programada por “los dueños del poder”, tanto interno como internacional. Es de recordar que el perversamente destructivo cuarto de siglo neoliberal (1976-2001) buscó intencional y aviesamente, retrotraer nuestra economía a pretéritas y superadas épocas de economía pastoril, tributaria en aquellos años de la potencia dominante mundial, que era “La Rubia Albión”, o al decir de un poeta francés, “la pérfida Albión”. Todo el importante y nada despreciable Sector Industrial Argentino y el Tecnológico, fueron atacados duramente, cerrándose muchas fábricas y achicándose otras, perdiéndose diversas líneas de producción, sobre todo las de mediana y alta complejidad. Dentro de las que se cerraron y que se consideraban perdidas para siempre, estaban las industrias productoras de maquinarias viales, o sea de maquinarias utilizadas para construir y reparar rutas y caminos; siendo que en la primera mitad de los años ’70, íbamos camino al autoabastecimiento en el rubro, e incluso éramos exitosos competidores en el mercado de Íbero América. Volviendo como eje referencial, a las idiosincracias que forman las particularidades locales dentro de la unidad histórica, cultural y política que es Argentina, en la capital de Misiones, se hizo costumbre, ya de muy vieja data, que las inversiones en material rodante realizadas por la provincia, e incluso por el municipio local, sean expuestas públicamente por varios días, como una forma de mostrarlas al pueblo. Durante muchos años, las ambulancias, patrulleros, maquinarias, etc., como flamantes incorporaciones al patrimonio provincial, eran exhibidas estacionadas a 45º frente a nuestra vieja, pequeña y hermosa Casa de Gobierno. Con la construcción de nuestra muy funcional, extensa y bella costanera, cambiaron muchos hábitos en nuestra ciudad, que además creció mucho. Entre esos cambios, ahora los nuevos vehículos y maquinarias adquiridos por La Provincia o La Municipalidad, se exhiben por varios días, en un tramo muy destacado de la costanera. Fue allí, hace unas cuantas semanas, donde además de tres o cuatro palas mecánicas, de una conocida marca que se reinstaló en Argentina (por lo que deduzco que deben ser de Industria Argentina), estaba una flamante motoniveladora Astarsa, precisamente de un color naranja muy visible, diferenciándose del color amarillo fuerte que es común en las maquinarias viales. Si bien los grandes astilleros Astarsa aparentemente no fueron rehabilitados (como sí sucedió con otros, como el gigantesco Astillero Río Santiago), la marca – por cierto prestigiosa, pues los productos eran muy buenos-, habría sido adquirida por otra empresa argentina, que está fabricando varios modelos de motoniveladoras y otras maquinarias viales. A la par, una marca brasileña productora de grandes motores diesel se instaló en Argentina, por lo que cabe suponer que los motores que equipan a las motoniveladoras nacionales, también son de Industria Argentina. Indudablemente, que se haya recuperado –así sea parcialmente aún- la industria de producción de maquinarias viales, y si ello ocurre con el concurso de empresas de capital argentino, marcas argentinas y –posiblemente- con parte de tecnología nacional, es altamente auspicioso y de elevada importancia social (empleo genuino de calidad), económica y geopolítica. En los años ’90, el sector estaba dominado totalmente por proveedores norteamericanos, europeos, japoneses, coreanos y brasileños. Hoy la tal vez aún modesta producción nacional, compite con la avalancha de productos chinos, y con otros de los diversos orígenes ya señalados. Es de esperar que se apoye decididamente la producción nacional, por la enorme importancia que significa ser productor de bienes complejos, de industria pesada y de alta tecnología. El notable pensador alemán del siglo XIX, Friedrich List, criticando el liberalismo a ultranza que perjud icaba a su por entonces fraccionado y atrasado país, afirmaba que “un país sin industria es como un obrero con un solo brazo”. Por su parte, nuestro compatriota Jauretche, con maestría campechana, sentenció contundentemente: “no es cuestión de cambiar de collar, sino de dejar de ser perros”. Traducido al caso analizado, no es cuestión de cambiar proveedores “occidentales” por chinos, la clave es incrementar y favorecer la Industria Argentina. C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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