viernes, 24 de abril de 2015

ACUERDOS ESTRATÉGICOS Y EXCUSAS PARLAMENTARISTAS No pueden sorprender las críticas que desde bien identificados sectores afines al neoliberalismo noventista, de otros operadores encubiertos, así como ciertos “compañeros de ruta” de aquellos (patrioteros de bandera y añorantes del “proceso”, en paralelo con quejosos del trotskismo marxista ultra montano y similares), que atacan los muy importantes acuerdos estratégicos recientemente rubricados con Rusia. Las excusas que sirven de endebles marcos para sostener las críticas, van desde mencionar “los peligros de acordar con gobiernos no democráticos ¿Rusia de hoy no democrática?”; a aconsejar la “conveniencia de estrechar lazos con países con los que tenemos afinidades culturales” (“afinidades” en ese contexto significa “dependencia”, lo que nos condenaría a volver a perniciosas dependencias excluyentes respecto a USA y Europa Occidental, hoy Unión Europea); o a declamar por hipócritas puritanismos pseudo democráticos, que rayarían en la pleitesía hacia las minorías ultra conservadoras del Poder Legislativo, las mismas que careciendo de toda iniciativa positiva, centran su accionar en acciones perniciosamente obstructivas, sumadas a rimbombantes y huecas expresiones “republicanas” meramente declamativas; y otras incoherencias por el estilo, enrevesadamente amplificadas por los poderes mediáticos corporativos del neoliberalismo local, y sus nexos externos, de los que dependen. Esas tácticas de sembrar confusiones y cizañas para desacreditar las muy importantes acciones geopolíticas que son los acuerdos estratégicos con Rusia y China, realizadas por los personeros del neoliberalismo local, se alternan con la vieja metodología del “ninguneo”, o sea del silenciamiento de todas las repercusiones positivas que claramente derivan de dichos múltiples y muy estratégicos acuerdos. Esas baterías de acciones de pretendidas desacreditaciones de las Alianzas Estratégicas, serian irrisorias, de no ser su intrínseca perversidad y sumisos alineamientos con las potencias anglosajonas y sus socios menores, siendo variadas y persistentes; y curiosamente jamás aplicaron el mismo criterio para evaluar las avalanchas de acuerdos consumados bajo culposo sigilo, con los poderes financieros “occidentales” y las por entonces todopoderosas potencias del G 7, leoninamente perjudiciales para el Estado Argentino, perpetrados sin solución de continuidad, en el muy nefasto cuarto de siglo neoliberal, que nuestro país padeció entre 1976 y 2001. Los personeros del establishment neoliberal, que es afín a las relaciones de subordinación explícita con las potencias neocolonialistas –EEUU, Gran Bretaña, Francia- y sus aliados menores de la OTAN, están muy molestos por las importantes Alianzas Estratégicas que nuestro país concretó y está consolidando con las dos principales potencias emergentes –China y Rusia-, las que a su vez son hoy innegables referentes mundiales de primer orden, y como tales operan como tangibles barreras de contención al violento y descarnado neocolonialismo actual corporizado en la OTAN, la Banca transnacional globalizante, y otros poderes vinculados (como los fondos buitres), cuyas depredadoras acciones son tangibles casi a escala planetaria. Dicho en castizo más sencillo, los operadores mediáticos y sus claques políticos de bajo vuelo, están muy molestos por las notables acciones geopolíticas que nuestro país está desarrollando, anudando acuerdos estratégicos con Rusia y China, principalmente; y eventualmente con otras potencias emergentes como India y otras. Esos operadores desde siempre actúan según las órdenes y sugerencias de las embajadas, fundaciones y de “entes culturales privados” que difunden y financian el “pensamiento políticamente correcto” dictado por el poder financiero transnacional y las potencias “occidentales”. Son los mismos que jamás protestaron ante la avalancha de créditos innecesarios y los gestos de subordinación explícita a los dictados del Consenso de Washington, consumados desde el dictador Videla hasta el dudosamente apto De La Rúa, sin preocuparse jamás por los superpoderes de los ministros de economía, ante cuyos mandatos ni el respectivo presidente de turno tenía voz ni voto, y menos aún esos personeros del poder plutocrático transnacional pedían autorización o explicaban al Congreso Nacional, sus eternas medidas de ajuste y de destrucción sistemática de la economía argentina. Pero ahora, cuando en ejercicio de sus legítimas atribuciones del Sistema Presidencialista que tenemos, el Poder Ejecutivo sella importantes acuerdos estratégicos con Rusia, ¡salen a declamar estentóreamente los “puristas del parlamentarismo”! Pretenden transformar ipso facto al Presidencialismo Ejecutivo con atribuciones amplias constitucionales, en un Poder Ejecutivo pelele o casi meramente decorativo, que para cada decisión importante y perentoria, necesitaría interminables sesiones legislativas, con la licuación del poder real, y las consecuentes crisis sucesivas y dilaciones sempiternas, tal como por ejemplo sucede en el inestable parlamentarismo italiano. De ese tenor, tan fuera de foco y tan arteramente favorable a la reinstauración del más crudo neoliberalismo apátrida, pueden considerarse por caso las nada inocentes críticas de Eduardo Amadeo, no por casualidad uno de los “referentes” y operadores que pretenden volvernos al caos del noventismo que nos dio de bruces contra la crisis terminal de 2001/2002, la cual por poco nos costó la disolución en media docena de republiquetas dóciles previamente enfrentadas, tal como la “solución” que la OTAN aplicó para ”aleccionar” a la por entonces díscola y digna Yugoeslavia. Del mismo tenor dudosamente bien intencionado, son las críticas a los acuerdos energéticos recientes con Rusia, por parte de muy mediáticos opinantes; que justamente son los responsables directos de las privatizaciones salvajes del Sector Energético en los noventa, y del consecuente desbarajuste mayor provocado, con “privados” enriquecidos aceleradamente y un Estado empobrecido sin las inversiones en infraestructura básicas ni políticas hidrocarburíferas coherentes, al que esas irracionales baterías de medidas leoninamente perjudiciales para Argentina, nos condujeron. El tema básico, que lamentablemente muchos argentinos aún no comprendieron, es entender la crucial importancia de mantener políticas económicas heterodoxas –con un Estado activo, en un marco estratégico digno de desarrollo a largo plazo-; evitando los engañosos cantos de sirena de quienes bajo falsas promesas de “mercados libres”, “eficiencia privada” y similares engaños, en realidad pretenden volver a subordinarnos a los dictados del FMI y del Poder Financiero Transnacional, además de resignar toda postura geopolítica nacional independiente, y volvernos una dócil colonia económica manejada por el neocolonialismo que resurgió con vigencia, en este cambiante y muy conflictivo siglo XXI. C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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