martes, 15 de diciembre de 2015

EL ENDEUDICIDIO ARGENTINO “Hay dos formas de conquistar una nación. Una es la espada. La otra es la deuda” – John Quincy Adams, 6º presidente de EEUU. Sin ninguna razón técnica ni apuro financiero que lo justifique, las nuevas autoridades económicas se aprestan a reendeudar acentuadamente a Argentina, inicialmente en la enorme suma de cuarenta y ocho mil millones de dólares (U$S 48.000); y nada indica que esa friolera sea el tope al cual aspiran endeudarnos. Es de hacer notar que el nuevo gobierno nacional, recibió un país desendeudado, con un bajo coeficiente de deuda pública en relación al PBI, a diferencia del caos de asfixiante deuda pública externa que nos condicionaba severamente en 2002/2003. Todo parece indicar que el endeudamiento masivo y crónico, es el modus operandi de los economistas neoliberales, y en particular del equipo de conocidos economistas ultra ortodoxos que fueron designados en cargos claves del flamante gobierno argentino, así como el de otros economistas que permanecen en reserva o por ahora en carácter de asesores. Es un hecho conocido que los mismos economistas que hoy operan en el Estado Nacional, multiplicaron la deuda pública de la Capital Federal –ciudad de Buenos Aires-, según diversos medios entre tres y cinco veces o incluso más, en las dos administraciones del “alcalde” actual Presidente de la Nación. Y por cierto, más allá de obras cosméticas o poco más (arreglos de plazas, bicisendas, el sistema de ómnibus con sendas propias –presentado sesgadamente como “metrobús” {no lo es} y al costo de destrozar las hermosas arboledas de la emblemática Avenida 9 De Julio-, etc.; lo real es que cuesta entender adonde fue tanta plata, sumada a las cuantiosas recaudaciones de la ciudad que es el enclave más rico de Argentina. Los prometidos 10 Km. anuales de subtes, que en ocho años debieron ser 80 Km. solo se redujeron a un corto tramo inconcluso de medio Km., y al ocurrir grandes lluvias, la Capital Federal sigue padeciendo inundaciones. La deuda enorme quedó y crece, las obras esenciales y de primera importancia siguen sin concretarse. E incluso se desfinanciaron los hospitales y las escuelas públicas resultaron insuficientes para las necesidades sociales de la gran urbe, según noticias poco difundidas por los medios de comunicación concentrados. Pero el accionar de estos endeudadores seriales, viene de más atrás. El anunciador del nuevo plan de mega endeudamiento y actual Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, fue el negociador principal del gigantesco endeudamiento consumado en el efímero gobierno de De La Rúa, que pomposamente fue llamado “blindaje” de divisas. Por supuesto ese blindaje fue una débil cáscara de cebolla, perforado y destruido en muy poco tiempo, esfumado prontamente en sistemáticas fugas de divisas, mayoritariamente perpetradas por poderosos operadores financieros. ¡Las divisas se fugaron y la descomunal deuda quedó para los argentinos, desembocando eso en el caos gigantesco de 2001/2002, en el que por poco no se fragmentó nuestro país en media docena de republiquetas débiles y dóciles! Sturzenegger fue acusado de realizar acciones lesivas al país, por cobrar una jugosa comisión ¿20 millones de dólares? pagada por los Bancos extranjeros…¡siendo funcionario y negociador de Argentina!, y fue procesado. Según profusas referencias periodísticas de medios alternativos (con el silencio de los grandes medios), nunca demostró su inocencia, siendo sobreseído por el mero transcurso del tiempo y la presunta inacción del Poder Judicial en el caso. ¿Cuáles serían las razones –supuestas- para volver a sumirnos en el endeudamiento y los consecuentes condicionamientos asociados al mismo? Ni se mencionan grandes obras públicas estratégicas, ni planes de industrialización o de desarrollo tecnológico. El motivo principal sería “fortalecer las reservas” (lo cual es engañoso, pues el “fortalecimiento” acarrea un mayor debilitamiento financiero por el gravoso endeudamiento); y ese mayor volumen de reservas sería el prerrequisito para “tener anchas espaldas” financieras, que permitan cumplir la promesa electoral del “inmediato levantamiento del ‘cepo’ cambiario”; promesa ya fallida (otra más y van…) pues pomposamente se anunció para el día siguiente al de la asunción presidencial…que ya pasó. Cabe explicar que el mañosamente llamado “cepo cambiario” es una restricción a las compras indiscriminadas de divisas, que se neutralizan en el atesoramiento, o peor aun, son fugadas al exterior mediante aceitados mecanismos financieros. Tema sobre el cual hay otros antecedentes… Cabe suponer, con sobradas razones, que este nuevo endeudamiento pronto se dilapidará en ventas de divisas a atesoradores / especuladores financieros, evaporándose de ese modo las reservas en pocos meses…y la rueda del endeudamiento creciente no se detendrá. Además, la ya anunciada apertura irrestricta de las importaciones y los tratados de “libre comercio” que se rubricarían en corto plazo implicarían una nueva desindustrialización forzosa, e insumirán ingentes erogaciones de divisas, para importar productos que hoy se producen acá. No es futurología improvisada…¡es lo que pasó en los ’90, con iguales conductores de la economía argentina y similar encuadre neoliberal! Como sea, los actuales endeudadores seriales, han seguido los lineamientos que comenzaron con Rivadavia y el empréstito de la Baring Brothers de 1824, que recién pudo cancelarse comenzado el siglo XX (casi 80 años después). Después vino el préstamo pedido por Mitre a Gran Bretaña para financiar la absurda guerra contra Paraguay (antes, Rosas soportó la guerra contra el “hombre fuerte” Mariscal Santa Cruz, de la efímera Confederación Peruana-Boliviana, sin acudir a préstamos externos, lo cual marca un enfoque de acción muy distinto). Posteriormente, hubo sucesivas operaciones de endeudamiento, con particular énfasis en la década del ’30 que incluyó el Pacto Roca-Runciman (de subordinación explícita a Gran Bretaña). En 1955, Argentina tuvo el dudoso privilegio de ser instigadora de la creación del Club de París, al pretextarse una inexistente crisis, transformándose saldos en cuenta corriente por acuerdos de comercio bilaterales (que no generaban intereses), convertidos en deudas financieras para justificar masivos créditos y echar culpas al depuesto peronismo, y de paso anulándose los ventajosos acuerdos bilaterales con varios países volviéndose al redil sumiso respecto a Gran Bretaña. En 1976, en siete años el “proceso” cívico militar multiplicó por seis (600 %) la deuda externa, sin contrapartida equivalente ni mucho menos, en inversiones genuinas, casi todo dilapidado para enjugar déficits y evaporado en diversas “creatividades” especulativas financieras. 1976 marcó el comienzo del cuarto de siglo neoliberal, que nos llevó a la crisis terminal de 2001. Objetivamente, en 1952 Argentina canceló totalmente la deuda externa, lo cual sería revertido por el golpe de Estado de 1955, que además de prefabricar el Club de París, nos asociaría al FMI. En el tercer gobierno peronista (1973/1976) no se contrajo nueva deuda y se pagaron los vencimientos de la ya existente. Uno de los grandes cerebros de esos años, sino el más destacado, fue el Dr. Julio Carlos González, por eso “premiado” con siete años de cárcel y torturas psicológicas, en el “proceso” cívico-militar. Como es sabido, a comienzos del siglo XXI, luego de trabajosas gestiones de reestructuraciones de las deudas, el 92% de la misma se redujo mediante quitas acordadas con los acreedores y extensiones de los plazos de pagos. Surgió luego el problema con los fondos buitres, de especuladores financieros. Los avances favorables a nuestro país, incluyeron un apoyo masivo obtenido en el marco de las Naciones Unidas. Hoy los nuevos criterios vigentes en el gobierno nacional, parecen mucho más proclives a aceptar los condicionamientos de esos acreedores…a un costo total mucho mayor, difícil de evaluar. Mientras el endeudamiento parece no tener límites, con criterio opuesto se cuestionan las deudas que serán consecuencia de los acuerdos estratégicos con Rusia y China, como excusa para cuestionar las financiaciones de tres nuevas centrales nucleares. Claramente no preocupan esas deudas, sino que acorde a la proyectada involución económica, se buscaría frenar el desarrollo nuclear argentino. ¡En el país – estancia, no hay lugar para el desarrollo tecnológico nacional! Endeudicidio es entonces un neologismo, que puede ser utilizado indistintamente como suicidio por endeudamiento masivo de un Estado Nación, como ahora está sucediendo con el de Argentina, y como sucedió en otros casos trágicos, como los de Grecia, España, Portugal y prácticamente toda Íbero América; pero también puede ser sinónimo de genocidio provocado por un proceso de endeudamiento feroz, el cual es piedra angular del sacudón socio-económico que se está implementando en Argentina, para imponer sin mayor oposición un descarnado programa ultra neoliberal de achicamiento e involución económica, que podría hacer palidecer los dolorosos resultados de medidas similares aplicadas en la década del ’90 en Argentina. Espero equivocarme, pero no lo creo. MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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