lunes, 9 de mayo de 2016

EL ESTADO AUSENTE, LA PATRIA SECUESTRADA – ACERCA DE INUNDACIONES Y TERREMOTOS
“Por sus obras los conoceréis”, dijo El Maestro de Palestina. Ese simple y a la vez profundo pensamiento y guía de acción, es también aplicable a La Política (la política seria, con mayúsculas). No vale la alharaca de las declamaciones altisonantes, ni menos aun de los corifeos de las huestes mercenarias de la comunicación alineada y/o alienada; lo que cuentan son los hechos concretos.
Y en lo real y efectivo, estamos padeciendo un Estado ausente y profundamente adormecido por la excusa del liberalismo doctrinario, el mismo que repite las falsas premisas que “el mercado todo lo resuelve”, que “lo privado es siempre más eficiente”, etc.
Ese mismo Estado, hoy cooptado y gravemente afectado por el neoliberalismo, es un Estado ausente para las necesidades del pueblo y para los compromisos morales con los pueblos hermanos de la Patria Grande, e incluso con la humanidad.
Este Estado actual, que despide trabajadores con una ferocidad inusitada y con metodologías propias de brutales dictaduras, incluyendo imperdonables manoseos a la dignidad de las personas despedidas, es el mismo Estado que institucionalizó el “nepotismo ampliado”, no solo acomodando con altísimos sueldos a parientes directos de altos funcionarios, sino también “allegadas” varias, amistades, personas “importantes” (como la hermana de la reina argentino-holandesa Máxima), militantes y adherentes del macrismo –aunque no demuestren ninguna idoneidad ni capacidad-, etc.).
Ese Estado cooptado por el neoliberalismo salvaje (según la precisa definición de Naomí Klein), es el mismo que tiene presupuestos para llevar al ministro Dietrich en el costoso helicóptero presidencial, a su casa en un country (hecho alevoso denunciado por el “Gato” Sylvestre en C5N); y según trascendió con fotos y no fue desmentido, a la gobernadora bonaerense todos los días en un pequeño helicóptero desde su actual residencia (en una base militar) hasta la gobernación, y otros hechos dispendiosos similares, que serían “hechos menores” pero que no lo son si se los compara con los despidos “para ahorrar recursos financieros”, lo cual muestra la insalvable dualidad de criterios aplicados.
Pero ese mismo Estado es el que –a contramano de una larga tradición de solidaridad social para con damnificados por fenómenos naturales adversos-, hizo poco o nada para aliviar las penurias de quienes llevan meses soportando inundaciones en el sur de la Mesopotamia y amplios sectores en las márgenes derechas del Paraná y mucho más adentro. Solo se pudieron ver los denodados esfuerzos de soldados del Ejército (bienvenidos sean al rencontrarse con su propio pueblo) y otras fuerzas armadas y de seguridad.
Un par de sobrevuelos en helicóptero, del presidente, con su frase
“filosófica” (hay lugares donde sobra agua y donde falta), y con su hueca promesa de hacer obras para evitar nuevas inundaciones; más la desafortunada o cínica expresión de la gobernadora Vidal (el agua se lleva cosas sin valor); ni el vacío mediático de ese gran problema social, no alcanzan para tapar la inacción oficial, que no solo es vergonzosa, sino que en otro contexto político (con un gobierno enfrentado a los medios hegemónicos), sería escandalosa.
En la misma tesitura de un Estado ausente, elitista y egoísta, resultó
vergonzosa la ausencia total de ayudas concretas para el hermano pueblo de Ecuador, gravemente afectado por un violento terremoto y varias réplicas posteriores. También en este caso, se evidenció la complicidad de casi todo el arco mediático, tapando el tema y ocultando la total ausencia de ayudas de Argentina, contrastando no solo con la generosidad de otras naciones, sino en abierta oposición a la larga tradición de solidaridad que al menos desde comienzos del siglo XX puso en práctica nuestro país.
Aunque la “prensa canalla y mercenaria” y los intelectuales acomodaticios al tanto por cuanto lo oculten sistemáticamente, cumpliendo órdenes implícitas de las potencias neocolonialistas y otros factores del poder transnacional (como el mega poder financiero), cualquier historiador o economista serio y bien fundamentado, urgando en escritos de analistas e historiadores revisionistas, puede constatar la larga trayectoria de solidaridad de la República Argentina, tanto con los pueblos hermanos de nuestro subcontinente Íbero Americano-caribeño (en circunstancias de grandes catástrofes naturales), como con naciones geográficamente lejanas pero a las que nos unen las variadas corrientes inmigratorias, invariablemente recibidas con fraternal espíritu de integración y de respeto.
Pocos conocidas son por ejemplo dos cuantiosas donaciones (préstamos sin fecha de vencimiento ni intereses de ningún tipo, para no herir susceptibilidades de pueblos ya muy dañados por la Primera Guerra Mundial), las cuales por orden directa del Gran Estadista y Referente del Pensamiento Nacional, que fue Yrigoyen, consistieron en sendos cargamentos de alimentos y ropas, enviados en cargueros de la Armada Argentina, con destino a Austria y a Rusia, asoladas por el hambre y las necesidades extremas, en 1918 y 1919.
Algo más conocidas son las cuantiosas donaciones de trigo y carne a España, a fines de los años ‘40, cuando sufría los tremendos castigos de la vengativa exclusión de las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, por el “gran pecado” de no haber hecho su aporte de sangre de cañón que los anglosajones exigían…y peor aun, por haber permitido que tropas especiales voluntarias españolas formaran parte de la Wehrmacht (con uniformes y equipos alemanes), en el durísimo frente oriental, en la invasión a Rusia.
Menos conocidos son los muy laxos préstamos en especie, de alimentos básicos, que Argentina hizo en total a seis países de Europa Occidental, cuando sufrían el hambre y las privaciones consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.
¡Pero como los “defecadores de tinta” y los vociferadores de la desinformación no van a ocultar esos loables antecedentes históricos de la solidaridad argentina, si fueron concretados en el primer gobierno de Perón, el otro Gran Estadista del Siglo XX de Argentina y referente incuestionable del Pensamiento Nacional!; por ello aborrecido por la oligarquía apátrida y por las potencias tradicionales, particularmente por Gran Bretaña, que acostumbraba a dictar la agenda del Gobierno Argentino.
Comprensible es que, dentro de la estructura de la dependencia institucionalizada, del gobierno de las corporaciones extranjeras y sus subordinados locales, aquellos grandes antecedentes de solidaridad y grandeza que marcaron la línea de conducta de la República Argentina (principalmente en años de gobiernos identificados con el Pensamiento Nacional), hoy no solo pretendan sepultarse en el olvido, sino que se “ningunean” con la culposa y
egoísta inacción adrede perpetrada, en una postura alineada y claramente subordinada a los dictados de Gran Bretaña, EEUU, la UE y el poder financiero transnacional.
Muy lamentable es que unos cuantos colonizados mentales, tanto de la llamada Clase Media Quejosa Crónica (carente por completo de memoria histórica y de la elemental visión política, que “se cree” de clase alta pero apenas está un par de escalones por sobre la pobreza), así como los Patrioteros de Bandera (por lo general unos cuantos “retirados” de las FFAA y FFSS, y sus allegados directos), que a consecuencia del adoctrinamiento de la dependencia institucionalizada perpetrado desde 1955, y sobre todo desde 1962, evidencian palmariamente no entender que la soberanía se basa en hechos concretos y no solo en simbologías abstractas, como el himno y la bandera…y para peor consideran como “algo natural” ser dóciles subordinados de las potencias anglosajonas.
También aportan a la confusión y a la dependencia, las prédicas y acciones de ciertos “progresistas”, que son capaces de recitar largas parrafadas de Marx, Trotsky, Gramsci y similares, pero que desconocen aspectos básicos de la realidad nacional, reemplazándolos por formulismos dogmáticos de supuesta aplicación universal.
Curiosamente (o no tanto) tanto unos como otros colonizados mentales, se enfurecen cuando se les demuestra lo equivocado e incoherente de sus planteos político-económicos, por no entrar en cuestiones estratégicas, que no entienden ni por las tapas. Les es más fácil asumir cómodas falsedades que tener el coraje cívico de pensar por cuenta propia y rectificar posturas erróneas y muchas veces aberrantes. Con ello, la oligarquía apátrida y los mandamases foráneos, muy satisfechos, pues los pueden llevar de las narices, sin que se den cuenta.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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