miércoles, 20 de julio de 2016

ASESINATOS CULPOSOS DEL NEOLIBERALISMO
Esta es una realidad brutal, desalmada, que suele ocultarse en hojarascas de noticias basuras o de escasa importancia, o a lo sumo mostrarse muy parcialmente y casi siempre en forma muy edulcorada.
El neoliberalismo, versión acentuada del liberalismo dieciochesco, implementa una batería de acciones que conducen a la desaparición del Estado como actor principal de la nación, a la disolución de la nación, y a un proceso impiadoso y acelerado de leonina concentración acentuada de la riqueza.
Para ello maneja discrecionalmente los medios de comunicación y otros actores del poder “blando”, mientras refuerza los factores del poder “duro” para aceitar los mecanismos de represión de previsibles expresiones masivas en contra, y con todo ello y múltiples acciones adicionales, busca invisibilizar la miseria que crea y multiplica, la exclusión social dolorosa (que notablemente muchos practicantes religiosos superficiales parecen ignorar); y esa miseria es causante directa o indirecta de muchas muertes inmediatas, de muertes prematuras, de vidas acortadas y calidades de vida degradadas; situaciones que son tratadas con total indiferencia o –cuando resultan muy evidentes- con falseada “sensibilidad” que no es más que sensiblería formal que nada resuelve.
Gente llevada a la miseria prefabricada con medidas económicas genocidas, es empujada a situación de calle, lo cual provoca muertes por hipotermia y por enfermedades causadas por el frío intenso, la mala alimentación y la carencia de higiene justamente provocada por la precariedad extrema. Otros literalmente mueren por desnutrición o por ingerir alimentos en mal estado o contaminados, buscados en los basureros ante la falta de otras alternativas para paliar el sufrimiento extremo del hambre.
La depresión causada por la miseria y la falta total de alternativas, empuja a muchos al suicidio, cuanto no a la desesperación total que en varios casos llevó al asesinato de toda la familia previo al suicidio (como los padres que prefirieron esa drástica y brutal decisión antes que la vida empuje a la prostitución forzosa a sus hijas, como se supo sucedió en los siniestros años ’90 en Argentina, reeditados en una versión “reforzada” y mucho más carente de toda sensibilidad social, como pasa en la actualidad).
Hubo varios casos de paros cardíacos a consecuencia de las notificaciones de los despidos, ante la insensibilidad total de las autoridades y los responsables directos, enmarcado ello en la hueca respuesta presidencial, ante una pregunta concreta en una conferencia de prensa: “esa te la debo”, como si nuestro presidente viviera en un globo.
Otras muertes, de tipo prematuras, son las causadas por la mala alimentación, sea por carencias de cantidad y/o por baja calidad de la misma. Eso provoca desnutrición, debilidad y carencia de defensas del organismo, falta de desarrollo físico, y peor aun subdesarrollo mental. Sin duda, a las minorías del poder hiperconcentrado, esas muertes y miserias humanas, las tienen sin cuidado, tal como demuestran sus acciones (“por sus obras los conoceréis” dijo Jesús), y en muchos casos aplican el cinismo descarado para promover esa miseria y luego fingir “compadecerse” sin remediar nada.
Otros tipos de “muertes a plazos” son las causadas por el anquilosamiento de las estructuras sociales, que impiden la movilidad social ascendente; lo que lleva a la miseria crónica y desesperazandora. Dicho en castellano simple y brutal, “que el hijo del barrendero solo pueda aspirar a ser barrendero”, como con cinismo brutal dijo el genocida Pedro Eugenio Aramburu, mientras ejercía la usurpación de la Presidencia de la Nación, según mandatos del Imperio Británico (el golpe de Estado de 1955 fue promovido desde los centros del poder en Londres, e incluso armado mediante aprovisionamientos de la Royal Navy).
También hay otras muertes, que no se suelen computar como atribuibles a estas políticas económicas de corte genocida, pero que deben ser imputadas como tales. Son diversas, y son causadas por la desinversión o la falta de inversión intencionalmente perpetrada, al imponerse políticas de “austeridad” que en rigor son políticas perversas de achicamiento económico feroz.
En esa categoría entran las muertes por accidentes de tránsito, que en gran medida son consecuencias de las carencias o falencias de la infraestructura caminera, como sucedía en la sobrecargada “ruta de la muerte” que era el tramo de la Ruta 14 entre Paso De Los Libres y Brazo Largo, antes que se construya la autovía, y sigue sucediendo en muchas rutas sobrecargadas de tránsito que ya deberían ser por lo menos autovías de cuatro manos. Lo mismo cabe considerar respecto al uso intensivo de camiones que congestionan las rutas y las destruyen por la carga transportada, ante la carencia de ferrocarriles y de transporte fluvial y marítimo de cabotaje.
En la misma categoría entran las 74 muertes acaecidas en Fray Bentos, Uruguay, al estrellarse un DC-9 de Austral Líneas Aéreas, que desde Posadas viajaba a Buenos Aires. Por ahorrarse unos pocos pesos, no se habría tenido en condiciones un sistema de anticongelamiento, además que al menos un medio digital (La Red 21 – 01/03/2011) calificó al avión como chatarra que debería haber ido al desguace. Eso sucedió al malvenderse Aerolíneas Argentinas y su empresa asociada Austral L. A., en el marco de las privatizaciones salvajes de los años ’90; cuando los “empresarios” –aventureros delincuentes hoy en prisión en España-, desmantelaron las flotas operativas en buen estado, vendiéndolas para “hacer caja” y reemplazándolas por aviones vetustos en arrendamiento.
Eso que sucedió en Argentina en los años ’90, se está replicando, en forma acentuada y mucho más carente de toda sensibilidad social, en estos momentos.
Panoramas similares de concentración de la riqueza, de abandono y exclusión social, deficiencias en la atención sanitaria y en los niveles de instrucción pública, y otras lacras similares, se pueden constatar en muchos otros países que cayeron bajo las manoplas de acero, apenas revestidas con guantes de seda, del neoliberalismo salvaje. No solo Íbero América, África y regiones semi desarrolladas de Asia caben citarse al efecto. Grecia, Portugal, España, Italia, Francia, Gran Bretaña y otros en Europa, están sintiendo en diversas formas las consecuencias de políticas económicas neoliberales. Lo propio sucede incluso en EEUU, donde proliferan los “homeless” (gente en situación de calle) y los servicios de salud y educación tienen carencias sensibles para quienes no pueden acceder a sistemas pagos. Y pueden seguir citándose otros casos de países afectados por lo mismo.
Con otras metodologías mucho más directas y crueles, las políticas de tierra arrasada, que los poderes neoliberales transnacionales, por medio de las potencias neocoloniales del siglo XXI y sus aliados, llevan a cabo, han arrasado a la ex Yugoeslavia, Iraq, Libia, Ucrania, hoy Siria y algunas de las ex colonias francesas en África,… ¿mañana?
En cambio, los pocos países que lograron salir de la trampa de la partidocracia apátrida neoliberal, mejoraron sensiblemente sus niveles de vida y sus índices de distribución positiva de la riqueza, y por supuesto pudieron implementar políticas soberanas que defendieron sus integridades y los Intereses Nacionales, alejando además los peligros de balcanización que llegaron a ceñirse sobre ellos. El ejemplo más visible es la renaciente Rusia reinstalada como referente del poder mundial, pero otros casos más modestos también deben ser destacados, como el de nuestras hermanas Bolivia y Ecuador. Y también estábamos Argentina y Brasil, antes de ser afectados por la oleada neoliberal, la cual es claramente apoyada por el G 7 y la UE.
Como dice el experto en geopolítica Walter Martínez (hoy censurado en Argentina, junto a todo Telesur), “los acontecimientos están en pleno desarrollo”.

MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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