miércoles, 8 de febrero de 2017

24 DE MARZO - DEL PROCESO AL MACRISMO
Tema con muchas aristas para ser analizadas, sin duda, el vinculado al fatídico 24 de marzo de 1976.
Posturas irreconciliables entre los que alaban el golpe de Estado “marzista” (porque se perpetró en marzo, tal la irónica y genial definición del gran José María Rosa, referente máximo del revisionismo histórico, con un juego de palabras que ironiza al antimarxismo que supuestamente motivó esos sucesos); y quienes lo critican ácidamente, desde distintas posturas y enfoques diferentes.
Fue una vuelta de página de la Historia Argentina, a la vez que marcó un pico muy acentuado de violencia, la cual pasó a tener componentes institucionales.
Sin entrar en análisis pormenorizados de los sucesivos hechos de violencia en muchos casos aberrantes, que marcaron profundamente nuestra historia desde antes de 1810, cabe sin embargo trazar una línea de continuidad, con altibajos y con sucesivos actores de dolorosos hechos, a partir del golpe de Estado de 1955, el de la “revolución fusiladora”, que marcó otra vuelta de página de nuestra historia, significando entre otros hechos, la entronización del liberalismo como única doctrina político-económica “correcta” en las Fuerzas Armadas, que hasta entonces habían tenido un fuerte componente del Pensamiento Nacional. Ese sector de los uniformados, identificados con un sano nacionalismo, forjó una línea histórica muy destacable, que entre otros formó personalidades como los Generales Mosconi, Baldrich, Savio, Perón, Guglialmelli, el coronel Rodríguez Zía, el Brigadier San Martín, y muchos más.
La purga institucional practicada luego del golpe septembrino de 1955, y sobre todo después del golpe palaciego posterior, que dio el poder total a los “duros” comandados por P. E. Aramburu e Isaac Rojas, excluyó violentamente a todos los “nacionales” que eran muchos en las FFAA, sobre todo entre los suboficiales, muchos de los cuales también padecieron la cárcel, por los “graves pecados” de ser “nacionales” y “para peor” peronistas.
Estaban dadas entonces todas las condiciones para la represión vengativa que se desató y que en ese marco de violencia institucionalizada, instrumentó la proscripción política del peronismo, como si de un plumazo se hubiesen podido suprimir los 10 a 12 años precedentes, y como si la violencia que acalló voces,
pudiera acallar conciencias y sentimientos muy profundos, incluyendo el de la nacionalidad y el de la solidaridad social.
Esa violencia cargada de fusilamientos, prisiones, torturas, amenazas y exclusiones, indudablemente fue el germen de otros hechos de resistencia primero, y en algunos casos violencias posteriores.
Los 18 años de proscripción política, perpetrados en nombre de la
“democracia” (¡vaya cinismo institucionalizado!), generaron malestar, parte del cual fue cooptado por ideólogos de otras doctrinas tampoco nacionales (anarquistas, marxistas, trotskistas y similares); lo cual en el marco mundial de la guerra fría y los consecuentes enfrentamientos ideológicos a escala planetaria,
 desembocaron en las formaciones de diversas facciones guerrilleras; las cuales, justo es decirlo, nunca tuvieron aceptaciones ni simpatías masivas en la población.
Como reacción y alternativa a la bipolaridad, que forzaba la alineación total con alguna de las dos superpotencias, surgió la Doctrina de la Tercera Posición, como eje geopolítico del peronismo; postura que influyó a nivel mundial en el Movimiento de Países No Alineados, el cual en los años ’50 tuvo como referentes a Nehru, Nasser, Sukarno, Tito y otros. Al ser combatida esa postura por los sectores liberales extremos (como la oligarquía argentina y los liberales de “la fusiladora”),
de hecho quitaban alternativas a sectores disconformes y excluidos, lo cual como consecuencia no buscada facilitó el accionar de los ideólogos de posturas extremas y violentas.
El liberalismo excluyente en las FFAA de Argentina, facilitó o incluso promovió la sustitución de la Doctrina de la Defensa Nacional (vigente desde la Ley Riccheri), por la doctrina de la seguridad nacional, dictada por el Departamento de Estado de EEUU, lo cual tuvo y tiene nefastas consecuencias, tanto a nivel de las profundas confusiones doctrinales instaladas como pensamiento único (se erradicaron conceptos muy importantes para la Defensa Nacional, como la industrialización y el desarrollo tecnológico como objetivos estratégicos, la integración territorial y la importancia del factor cualitativo en la población, entre otros); como en la propia carencia de adiestramiento para eventuales conflictos bélicos, lo cual quedó patentizado en los gruesos errores estratégicos y de apreciación de la realidad geopolítica mundial, en los que incurrieron las cúpulas cívico - militares de esos aciagos años del proceso. (*)
Una consecuencia esencial del golpe de Estado de 1976, a la cual se niegan tozudamente a reconocer los uniformados “proceseros” (afines al “proceso”), es el hecho que la motivación real del establishment local (de los “dueños del poder” real “detrás del trono”), fue la instauración forzosa de la doctrina neoliberal,
 aplicada con crueldad y sin atisbo alguno de patriotismo que pudiera oponérsele.
Ese hecho (la instauración del neoliberalismo y sus terribles consecuencias) tampoco es repudiado, salvo escasas excepciones, por activistas de derechos humanos y sectores políticos en general, quienes se focalizan en repudiar los hechos de violencia física y de anulación de las libertades cívicas, pero curiosamente no mencionan la gigantesca operación de genocidio económico con profundas consecuencias sociales y de erosión de la soberanía nacional, todo lo cual hace a la esencia de la aplicación de las durísimas y excluyentes líneas directrices de la doctrina político – económica neoliberal.
Sin justificar de ningún modo los aberrantes hechos de violencia de las “formaciones” guerrilleras (crimen del empresario Sallustro, asesinato de la hija del Almirante Lambruschini, fusilamiento de soldados y personal militar en acciones de copamiento o ataque a guarniciones militares, etc.); lo cierto es que tampoco caben justificaciones a la institucionalización de la violencia de Estado,
que en realidad buscó impedir toda resistencia a las genocidas medidas económicas neoliberales implementadas por Martínez De Hoz y sus sucesores.
Asesinatos como el del Mayor Alberte (perpetrado por uniformados en la misma noche del golpe), del sindicalista Oscar Smith, del folclorista Jorge Cafrune, y tantos otros; así como las prisiones bajo tormentos o torturas psicológicas, como la padecida durante los siete largos años, por el gran intelectual y patriota Dr. Julio Carlos González, cuyo “gran pecado” fue haber sido brillante Secretario Legal y Técnico de Perón y de su sucesora, en la Presidencia de la Nación; aberraciones como esas cometidas por quienes se enseñorearon de la vida y la muerte de los argentinos, de ningún modo pueden justificarse como “actos de patriotismo”.
Precisamente ese severo marco represivo, anuló toda resistencia a las brutales medidas político - económicas del neoliberalismo, el cual a su vez es funcional a la globalización salvaje impulsada por los grandes poderes transnacionales, que buscan diluir a los Estados Nacionales, desarticular todos los derechos sociales y transformar a los seres humanos en meros elementos descartables, con grandes sectores poblacionales previamente lobotomizados por el embrutecimiento y por la entronización del pasatismo hueco como supuesta única alternativa de vida.
El 24 de marzo marcó en Argentina el comienzo de la aplicación del neoliberalismo, esta suerte de “liberalismo recargado” pergeñado por los teóricos de la Escuela Austríaca y 
"perfeccionado” por los tecnócratas de la Escuela de Chicago y sus ramificaciones; que hoy buscan imponer excluyentemente las Potencias Atlantistas, en el actual contexto geopolítico mundial. Pero a la vez, significó una virtual guerra civil, la “solución” mencionada por el intelectual británico - canadiense Harry S. Ferns, para anular los notables avances industriales, tecnológicos, económicos y sociales, logrados por el peronismo.
No puede sorprender que el macrismo, con los CEOs al poder, golpe de Estado mediático mediante, pretenda diluir el significado de repudio general que significa el recordatorio de esa infausta fecha, mientras día a día acciona para limar la soberanía nacional y retrogradarnos al marco de feudalismo decimonónico político - económico y economía primarizada que significó el régimen oligárquico instaurado a partir de Pavón, con Mitre como su gestor principal.
Siendo las Fuerzas Armadas instituciones básicas de la Patria, resulta lamentable constatar que muchos de sus cuadros de retirados, con influencias en los cuadros en actividad, sigan mentalmente anclados en los años ’70, ignorando la realidad geopolítica actual y no percatándose de los graves peligros que implica el neoliberalismo, que incluso amenaza nuestra integridad nacional, poniéndonos de nuevo en riesgo de balcanización, como ya estuvimos en la severísima crisis de 2001-2002, instigada por los mismos personeros que hoy repiten “recetas”.
(*) Proceso de Reorganización Nacional, nombre autoasignado del golpe de 1976.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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