viernes, 13 de octubre de 2017

HISPANIDAD
Para los “progres” que solo critican el rol de España en América, siguiendo la “historia negra” tan prolijamente difundida por personeros de los británicos, en mérito a la verdad y el rigor histórico, recomiendo analizar lo siguiente.
El cristianismo suplantó a numerosos cultos paganos, varios de los cuales incluían brutales sacrificios humanos. ¿Se ofrecerían los “progres” como víctimas de esos cultos, ya que tanto alaban las “religiones originarias”? Por otra parte, debatir sobre los principios morales y los altos valores del cristianismo, llevaría a una discusión interminable, dados los odios anti cristianos y particularmente anti católicos, de algunos agnósticos, ateos y anti teos militantes.
Los españoles nos dieron una religión en común, lo cual es un formidable factor de unidad.
Los españoles nos dieron una cultura en común, en lugar de la babel de lenguas y costumbres diversas que prexistían.
Nos dieron una historia en común, lo que no es poco.
No por casualidad el Informe Rockefeller (1969) dijo que los tres formidables factores de unión de Íbero América son: religión, lengua e historia en común. Y desde entonces EEUU y Gran Bretaña se dedicaron a degradarlos para desunirnos.
A diferencia de Inglaterra, Francia y Holanda, que se dedicaron a exterminar las poblaciones nativas preexistentes, aun pese a errores y excesos (que sin duda hubieron), España dio severas instrucciones a sus adelantados de integrarse con los pueblos indígenas, incluyendo recomendaciones a sus jefes de expediciones de desposar a las hijas de los caciques, y de esa integración surgió el mestizaje indígena-español, que hoy es mayoritario en las poblaciones de la casi totalidad de nuestras naciones, de las que solo en Argentina, Uruguay y Costa Rica, predominan poblaciones blancas. Garcilaso De La Vega, prominente americano hijo de español y nativa americana, es posiblemente uno de los casos más destacados de ese mestizaje indio-español.
En la época de los Habsburgos, los nativos de América fueron legalmente considerados súbditos de La Corona Española, en pie de igualdad con los nativos peninsulares. Si bien fue de una época posterior, ya en el período de Los Borbones, la relevante actuación de Dionisio Inca Yupanqui en su rol de diputado en la Cortes
de Cádiz, es otra prueba irrefutable de la integración social y política de los mestizos en las estructuras de aquella España colonial.
España creó Colegios Mayores, escuelas y Universidades en el Nuevo Mundo, instituciones en las que abrevaron amplios conocimientos muchos jóvenes relevantes de los virreinatos, incluyendo las grandes mentes lúcidas que alumbraron nuestras independencias. Nada de eso ocurrió en los territorios colonizados por los nórdicos europeos, quienes además por regla general fueron acentuadamente racistas y excluyentes de los pueblos nativos preexistentes.
En todos nuestros países, despotricar ferozmente en contra del supuesto “despotismo de los colonizadores españoles”, es al menos marcadamente sesgado e injusto, y mucho más aun en Argentina, país en el cual la amplia mayoría somos descendientes de europeos, integrados por regla general muy bien dentro de la variedad de orígenes que caracteriza a nuestra población, incluyendo por cierto a muchos argentinos con ancestros de sangre india e incluso negra, por lo general mezclados con europeos varios. Y en las últimas décadas se sumaron asiáticos de diversos países de orígenes, también asimilados o en curso de integración total en nuestra población y cultura.
Los “progres” fervorosos y por lo general no bien fundamentados, así como ciertos intelectuales con escaso sentido de lo Nacional, con sus prédicas de “racismo inverso” y separatismo rampante, instigadores de odios sin fin, son muchas veces sin saberlo, maleables y dóciles instrumentos de la balcanización que sutil e insidiosamente promueven las grandes potencias anglosajonas y los centros del poder financiero transnacional.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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