sábado, 25 de noviembre de 2017

VOLVIERON EL PROCESO Y LOS AÑOS ’90.
“Han vuelto, son los mismos”, decía Don Arturo Jauretche, al constatar con inmenso dolor de patriota insobornable, que enancados en el golpe de Estado de “la fusiladora” (1955), volvían a puestos de preponderancia, conocidos personeros de los intereses extranjeros, amparados por las bayonetas, que al mando de militares liberales –antinacionales y oligárquicos- operaban como tropas de ocupación, contra su propio pueblo, al cual despreciaban.
Aquel hondo desprecio al pueblo, a lo popular y nacional, era consecuencia de un profundo y constante proceso de colonización cultural, con los grandes diarios como punta de lanza, y con toda la aparatología de la dependencia cultural desplegada, inculcando no solo profundas tergiversaciones conceptuales, sino también un nocivo espíritu de “casta superior”, con desprecio visceral al “civilacho común” inculcado a las FFAA por la oligarquía y los anglosajones; que además en las clases medias incluían severas ideas racistas contra los “cabecitas negras” y otras negatividades prejuiciosas similares, discriminativas del pueblo común, al cual
la oligarquía y sus claques solo aceptan, de mala gana, como peonada o personal doméstico reducido a un rol de servidumbre carente de todo derecho y todo atisbo de dignidad.
Era la oligarquía rediviva, con la cortedad de miras y la soberbia excluyente que la caracteriza. Y eran fuerzas armadas que de brazo armado de la patria y de su pueblo, pasaron a ser custodios de intereses antinacionales y represores de su propio pueblo del cual se nutría –y se nutre hoy- la mayor parte de sus cuadros. 
Esa misma oligarquía apátrida, ya expandida a algunos sectores financieros, importadores e industriales del tipo prebendario, (la oligarquía diversificada, según Eduardo Basualdo) fue la que volvió plenamente al poder en la época de la partidocracia cleptocrática neoliberal de los años ’90, particularmente en el
menemato y el delarruato.
Claramente, el gobierno actual de la CEOcracia, es la versión remozada, de esos recientes dos períodos de tan tristes nefastos recuerdos…aunque muchos parecen tener amnesia histórica o no quieren darse cuenta.
El neoliberalismo hoy “reinante” en Argentina, -vestido de democracia que cada vez más se asimila a dictadura con la suma del poder público cooptada por la fuerza, con represión institucionalizada, presos políticos y censura a periodistas y
medios opositores u objetivos-, parece un calco redivivo de aquella pseudo democracia oligárquica del “fraude patriótico” de los años ’30; de los “republicanos” clasistas excluyentes y odiadores violentos del ’55; y de los “salvadores de la patria” genuflexos ante los poderes anglosajones y financieros transnacionales del siniestro “proceso” (1976).
Sin irnos mucho más atrás en nuestra historia, pues para un análisis completo deberíamos remontarnos a 1806, con las invasiones “librecambistas” inglesas, el neoliberalismo, como remozamiento acentuado y profundizado del viejo liberalismo apátrida y oligárquico, tuvo su violento ingreso en Argentina, bajo el comando de la siniestra dupla inicial formada por Videla – Martínez De Hoz; uno como ejecutor del brazo armado custodio de tecnócratas locales carentes de todo patriotismo y de sus mandantes financieros extranjeros y grupos del poder globalizante por entonces en ciernes; y el otro como hombre fuerte de la Sociedad Rural –expresión más descarnada de la oligarquía tradicional, y como agente de intereses extranjeros.
Los padecimos durante los siete largos años del “proceso”, con enormes daños sociales y económicos, incluso de tipo estratégico, como el endeudamiento brutal y la desindustrialización como política de Estado, por no mencionar la “guerra librada para perder decorosamente”, que fue Malvinas en el colmo de las irracionalidades estratégicas; sin por ello negar el coraje de los que pusieron el pecho a las balas…pero coraje sin comandancia coherente y patriótica, es derroche irracional de sangre y de valiosos recursos, amén de brutal retroceso estratégico.
Después vendrían los años de exacerbación del neoliberalismo, que nos llevó de bruces y a los empujones, a la crisis terminal de 2001/2002.
Fue esa crisis de los cacerolazos masivos, del corralito bancario, de la miseria extendida y creciente, de la partidocracia política desacreditada, de la desocupación generalizada, del éxodo de argentinos al exterior, de la desarticulación social, política y económica, que nos llevaba inexorablemente a la disolución nacional, que era la ”solución” a la que apostaban los poderes transnacionales de la globalización salvaje.
Casi de milagro salimos de esa descomunal crisis generalizada de 2001/2002, que por poco nos llevó a la balcanización, tal vez en un entorno de violencia al estilo de lo acaecido en Yugoeslavia.
Pero las clases medias argentinas, e incluso parte de los sectores menos pudientes, parecen tener muy poca memoria histórica, y evidencian ser muy manipulables por los mercenarios de la incomunicación; hecho indudable al cual debe agregarse que los medios concentrados utilizaron técnicas de demolición psicológica para inocular el más visceral e irracional odio instigador del “cambio”, ocultando que tipo de “cambio” buscaban instalar, pues el “cambio” fue volver violentamente a metodologías represivas y políticas socio económicas de similares características del “proceso” y del “noventismo”. 
Conversando con un amable y muy informado periodista ruso, hicimos un paralelismo entre la Rusia de Yeltsin, liberal funcional a las potencias del G 7, que puso de rodillas al gigantesco país de sólida cultura aquilatada en largos siglos, en camino a su balcanización y destrucción interior; comparándola con la Argentina del “proceso”, de los años ’90 y la actual de macrismo, sumida en el caos destructivo neoliberal; y las similitudes son notables, casi calcadas. Pero la gran diferencia es que hoy, los personeros del neoliberalismo que operan en Rusia, contra el gobierno claramente patriótico de Putin, son rechazados por la mayoría de la población.
En Argentina, en cambio, el lavaje cerebral inoculador de odios irracionales hizo estragos, y las campañas de refuerzo de las confusiones profundas sigue a todo vapor en los múltiples medios concentrados, casi sin lugar para opiniones disidentes. A eso se suma el accionar de ciertos “operadores”, que de consuno con
recalcitrantes militares retirados proceseros, demuestran que con tal de operar por los indultos al como sea y reivindicar al “proceso”, no parece importarles en nada la destrucción de la patria y la vergonzosa resignación de soberanía en todos los frentes.
Sumando al aquelarre de irracionalidades, variopintos sectores “progres” tan llenos de teorías huecas como faltos de identidad nacional, terminan de hecho actuando en contra de los Intereses Nacionales.
Mientras tanto, vastos sectores de clases medias, siguen navegando en las nubes de Úbeda, flotando mentalmente en la nada, mientras el país se desintegra sin que ni siquiera tengan un atisbo mínimo de conciencia de la extrema gravedad de la situación.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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